Los Carabancheles bajo los Reinados de Juan II y Enrique IV
La Iglesia de Santa María Magdalena es inspeccionada el 16 de febrero de 1427 por un clérigo y un notario, siguiendo la orden del arzobispo de Toledo, quien instruye a hacerlo para todas iglesias del Arcedianado de Madrid.
La iglesia tiene un beneficio “curado”, esto es, un sacerdote que se sustenta de las rentas de la iglesia. Los objetos sagrados no son dignos de nota pero aparecen cuadernos de cofradía en su archivo: De San Alfonso, San Eugenio y Corpus Christi. En el informe también se cita la Iglesia de Butarque, a 3km al norte de Leganés, con 4 o 5 pobladores.
El problema carabanchelero en esta época es la necesidad de obtención de tierras para pasto de ganado (dehesas). La existencia de un término municipal con dos zonas de población: El de Arriba o de Suso y el de Abajo o de Yuso, da lugar a múltiples problemas en lucha por la tierra comunal.
En 1453, se concede la dehesa de “La Tabla” para Carabanchel Alto, una zona que iba desde Carabanchel Alto a Alcorcón.
Tres meses más tarde el Concejo de Madrid dona en calidad de común a los dos carabancheles las dehesas de “La Fontanilla” y “Prado Redondo”: Tierras limitadas por el Horcajo, Navarredondas, el camino de Alcorcón y las Navas, hasta Valdebutarque y la dehesa de Valdemuriel. Esto hizo que se reclamara por parte de Carabanchel Bajo la posesión de dehesa propia pero el juez y corregidor de Madrid, Alonso Díaz Montalvo no modifica el dictamen anterior. Enrique IV, por una provisión de 30 de enero de 1458 confirma la posesión de dicha dehesa para ambos Carabancheles.
Una de las familias principales de Carabanchel en aquellos tiempos fue la de los Zapata, dueños de casas, viñas, tierras, huertas, majuelos, prados y dehesas). En 1469 doña Constanza de Aponte, esposa de Ruy Sánchez Zapata, vincula su heredad en los Carabancheles a su hijo mayor: El comendador Don Juan Zapata: Comendador de Hornachuelos por la Orden de Santiago, caballerizo mayor de Enrique IV y ayo del príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos. Y así sucesivamente van heredando por línea de varones o en su defecto su hija o nieta mayor. Se crea el mayorazgo de los Zapata en los Carabancheles, para evitar la dispersión de la propiedad por herencias sucesivas, concentrándola en una sola mano. Esa posesión, patrimonio de los Zapata, Cárdenas y Zúñiga, desde el siglo XVIII será conocida como la Quinta de los Montijo, de especial relevancia histórica por su ubicación, por frontera de los dos carabancheles y por la cantidad de objetos arqueológicos romanos encontrados, tal y como hemos narrado en entradas anteriores.
Los Carabancheles bajo el Reinado de los Reyes Católicos
Vecinos de Carabanchel, fundamentalmente pecheros, participan en las reuniones del Concejo de Madrid.
Pecheros son los que pagaban pechas o tributos por oposición a exentos: clero, caballeros y nobles.
En 1483, los Carabancheles participan en la guerra de Granada (1481-1492), ya que los Reyes Católicos piden a la Villa de Madrid colaboración a modo de peones y bestias, para meter bastimentos en la ciudad de Alhama, cercando Granada. Se desconoce el reparto exacto, pero en la reunión del concejo del 15 de enero de 1483, participaron los vecinos Diego Chacón, de Carabanchel Alto y Gil Fernández, del Bajo.
Los Carabancheles disponían de sus propios alcaldes. El Concejo de Carabanchel se reunía en nuestra iglesia de San Pedro, siendo Carabanchel Bajo un anejo político del Alto (algo que debería haber sido así siempre). Incluso en 1488, en la mencionada iglesia de San Pedro se celebran tres reuniones del Concejo Madrileño, ya que en dicho año hubo una epidemia de peste en Madrid y en nuestro pueblo los alcaldes, regidores y corregidores estaban más a salvo del contagio que en su habitual sede de la Iglesia de San Salvador, cerca de la plaza de la villa.
En 1497, Carabanchel Bajo solicita otra vez su propia dehesa, argumentando que su población ha crecido y que los vecinos de Carabanchel Alto no les permiten pastar en las dehesas comunes. Por aquél entonces Carabanchel Alto tenía 100 vecinos (400 habitantes) mientras que el Bajo era lugar de 45 vecinos. Los Reyes Católicos acceden a las súplicas de los del Bajo y conceden, el 12 de marzo de 1498, una cédula para que se diese un terreno que fuera designado por Madrid a Carabanchel Bajo. De este modo se erigió en Concejo y Parroquia.
Desde el punto de vista fiscal los dos carabancheles fueron un solo distrito en lo referente a la hacienda real (alcabalas) como en la eclesiástica (diezmos).
Asimismo se debía participar en los repartos de peones y alimentos cuando se solicitaban por parte del Concejo o de los propios Soberanos, para contribución a los gastos de guerra. Así, en 1500, por Orden de Isabel la Católica, se hizo un reparto en Madrid por el que correspondieron 50 peones a Carabanchel Alto y 25 al Bajo.
En 1501 a Carabanchel de Arriba le corresponden 30 fanegas de harina y 15 cargas de pan, mientras que al de Abajo, 15 fanegas de harina y 10 cargas de pan.
En esta época la producción de vino fue importante y muchas de esas viñas carabancheleras eran heredadas de vecinos a Madrid, dada la proximidad de nuestras aldeas a la Villa.
La extensión de los carabancheles era enorme y estaba limitado por el actual Manzanares, con el concejo de Madrid, con Villaverde por el este, Leganés hacia el sur, Alcorcón al oeste. Una red de caminos comunicaban las aldeas entre ellas y con los otros territorios limítrofes. Dos corrientes de agua surcaban nuestro territorio: El arroyo de Aluche y el de Prado Longo.
Muchos mercaderes andaluces, de paso por Madrid hacia el Norte (Burgos) o Noroeste (Aragón) pasaban por los carabancheles dinamizando su economía y por tanto la presencia de los carabancheleros aumentó en el el Sexmo de Aravaca. Los sexmeros eran unos labradores o pecheros mayores, que destacan social y económicamente sobre el conjunto, que acaba teniendo la representación del resto de pecheros medianos y menores. La mayoría de renteros y jornaleros malviven a duras penas.
El 11 de abril de 1478, el rey Fernando el Católico singularizó como depositarios del antiguo arte de la cetrería a los carabancheles, quienes a partir de entonces recibió el privilegio de asentar al gremio de los halconeros reales.
Se obligan por escritura a dar aposento y manutención a los halconeros que servían al rey, a sus mancebos y otros oficiales de su real caza. A cambio de esta obligación, el Rey exime de un buen número de impuestos y por ello se avencidaron en Carabanchel en esta época muchas personas venidas de otros pueblos. Getafe y Vallecas pugnaron para alojar a los halconeros reales buscando la exención fiscal. Los carabancheles ganaron el privilegio.
Los halconeros eran elegidos entre las familias nobles de los antiguos reinos españoles y antes de incorporarse al servicio de Su Majestad, debían demostrar sus maestrías en el arte de la cetrería y en solemne ceremonia pública, jurar fidelidad al Rey. A partir del siglo XVII, pertenecer al Gremio de Halconeros era una distinción tan apreciada, que los reyes concedían hasta 50 títulos de Halconero Honorario, para honrar a determinadas familias a las que se quería distinguir.
En la actualidad, el Real Gremio de Halconeros se ha restaurado bajo el Alto Patronazgo de S. M. el Rey de España, conformando la agrupación cinegética más antigua del mundo. Sus principales objetivos son la divulgación y recuperación de las tradiciones que unieron a la antigua Real Caza de Volatería, con la Casa Real de España y la Villa de Madrid; emular el servicio prestado por los antiguos halconeros que sirvieron a los monarcas; estrechar los lazos históricos que unieron las antiguas culturas árabes, con la cultura española, a través del arte de la cetrería; así como la divulgación de la cetrería, como modalidad venatoria ancestral, de escasa incidencia sobre las especies cinegéticas y de carácter selectivo y no masivo.
En 2002 se celebró en Carabanchel la ceremonia de juramento de nuevos halconeros y se realizó una ceremonia de cetrería.
Otro hecho refuerza la relación entre el Gremio y el distrito madrileño de Carabanchel. Habría que situarse en 1187; las tropas de Saladino toman Jerusalén y como consecuencia un grupo de sus defensores, la Orden de San Juan u Hospitalarios, deciden buscar una nueva ubicación, en distintos territorios de Europa e islas del Mediterráneo. Sin embargo, en 1530 el rey Carlos I de España cede la isla de Malta a esta Orden para que la protejan de los turcos; allí crean un estado y desde entonces son conocidos como Orden de Malta. ¿Qué tiene que ver esto con los Carabancheles? Más de lo que nos podemos imaginar: como tributo al gesto de Carlos I, desde entonces la Orden de Malta debería entregar un halcón maltés adiestrado a la caza a los reyes de España. Dicho halcón sería custodiado por el Gremio de Halconeros en Carabanchel. Así fue hasta 1798, fecha en la que Napoleón conquistó la isla de Malta y expulsó a la Orden, establecida en Roma desde entonces hasta ahora. Luego llegó la incorporación de la isla al Imperio Británico hasta 1964, efectiva en 1979, y no se recuperó la costumbre de entregar el halcón ya que la administración de la isla no fue devuelta a la Orden. Sin embargo, en el 2005, con motivo de los 475 años de la cesión a la Orden de la isla, ha sido recuperada dicha tradición. Una delegación española se trasladó a la isla y en una ceremonia ante todas las autoridades de la actual República de Malta y de la Orden, ya solo vinculada a la isla por su nombre, fue entregado el halcón. Dicho acto desde entonces tiene continuidad.
Fuentes:
Carabanchel, un Distrito con Historia, José María Sánchez Molledo