Villa Romana de Carabanchel

Roma es la cuna más importante de nuestra civilización y como no podía ser de otra manera, nuestro barrio fue Villa romana.

La presencia romana se documenta en la Carpetania desde el año 200 a.C. con enfrentamientos entre los indígenas y los destacamentos militares romanos. La organización imperial romana de las provincias de Hispania, realizada hacia el 16 a.C., divide el territorio carpetano, integrando a Madrid en la provincia Citerior y Conventus Caesaraugustanus. Esta población hispanorromana, de carácter disperso, se instala en el entorno del río buscando la bondad de los pastos y de los cultivos y trata de reflejar, si bien pálidamente, el refinamiento cultural y artístico en sus moradas, al estilo de la metrópoli de Roma: revisten sus viviendas con paredes de estuco decorado y suelos de mosaicos con escenas mitológicas y de los ciclos estacionales, las adornan con mobiliario y rica vajilla «sigillata» con decoración en relieve y representaciones de las divinidades romanas; al mismo tiempo dotan a esas viviendas de comodidades como el agua caliente o los depósitos de agua.

La actual provincia de Madrid no fue una región importante en época romana, como lo fueron el litoral mediterráneo, la Bética o la Lusitania. Su situación central en la Península la convertían en lugar de paso hacia regiones más ricas o más desarrolladas, pero sin que eso implicara el crecimiento de la zona.

No tenía ni muchos, ni grandes núcleos urbanos. La única población que mereció el título de municipio fue Complutum. El resto del territorio estaba dominado por algunos centros de población menores y, sobre todo, por explotaciones agropecuarias de diversa impor­tancia: las villas.

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Y la villa romana más importante de Madrid, según la riqueza sus yacimientos arqueológicos, fue como no, la Villa de Carabanchel, referencia en la historiografía sobre la romanización.

La Villa de Carabanchel se ubica en los actuales terrenos de la finca de los Montijo, la demolida y mítica cárcel y el cementerio (el cementerio pequeño, sito junto a la Ermita de Santa María la Antigua). Precisamente, qué casualidad, se ubica allá donde se encuentran los límites que separan Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo.

La agricultura provocó el comienzo de las deforestaciones, configurándose un paisaje de cultivo de cereales, vid y olivo y pequeñas huertas junto a los arroyos.

En las próximas entradas nos ocuparemos de presentar los principales hallazgos encontrados, destacando el Mosaico de la Villa, que incluye un medallón totalmente conservado.

 

 

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